Invernaderos con materiales biodegradables

Creación de invernaderos con materiales biodegradables

Según la última Encuesta Nacional Agropecuaria, en México existen poco más de 17 mil unidades de producción de agricultura protegida, es decir que emplean mallas, marco y microtúneles o invernaderos. Estos últimos representan más de la mitad de este tipo de producción agrícola y cubren más de 25 mil hectáreas por todo el territorio nacional para el cultivo de vegetales, hortalizas y flores.

De hecho, se estima que 60 por ciento de la producción de jitomate en el país se obtiene a partir de agricultura protegida, lo que denota la importancia que tiene este tipo de producción a nivel nacional, por lo que científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) Unidad Querétaro desarrollan una nueva película que puede ser empleada en invernaderos, pero con la ventaja de ser biodegradable.

El desarrollo está a cargo de Juan Francisco Pérez Robles, investigador del Cinvestav Unidad Querétaro y Alejandro Menchaca Rivera, quien recientemente obtuvo su grado de doctor en esa Unidad del Centro.

Pérez Robles mencionó que la biopelícula está orientada a resolver un grave problema detectado por los productores agrícolas que emplean invernaderos como principal herramienta de cultivo.

Por lo general, estas estructuras agrícolas usan películas de poliuretano tanto para la cama (tierra donde se siembra) como en la cubierta de la estructura. Sin embargo, cuando se termina la vida útil de estas películas se convierten en un problema de basura para los productores, quienes en su mayoría deciden incinerar los desechos, generando contaminación ambiental.

Por ello, la propuesta del Cinvestav es obtener películas a partir de almidón de maíz y sílice que al terminar su vida útil puedan enterrarse y degradarse de forma rápida.

El proceso empleado por el grupo de investigación encabezado por Juan Francisco Pérez Robles para obtener la película es mezclar mecánicamente el almidón de maíz en polvo al mismo tiempo que se realiza la producción in situ asegurando que se obtengan ciertas propiedades para obtener la película.

De acuerdo con el investigador, el costo del proceso es competitivo debido a que la materia prima es abundante y adicionalmente realizan experimentación adicional para emplear mucílago de nopal como reemplazo del almidón de maíz, por lo que la producción de estas biopelículas puede diversificarse.

 “En estos momentos, nuestro material sirve perfectamente para acolchado de invernaderos, ya que de acuerdo con las pruebas que hemos realizado, las películas permiten entre 84 y 85 por ciento del paso de la luz, que es similar al del polietileno comúnmente aplicado por los productores agrícolas que deja pasar en promedio 89 por ciento de la luz”, explicó Pérez Robles.

En cuanto al uso de la biopelícula como recubrimiento de la estructura del invernadero, el personal del Cinvestav Unidad Querétaro trabaja para mejorar las propiedades mecánicas a partir de la inclusión de nanoperlas y nanotubos de carbono, que previamente han desarrollado y patentado.

Por ahora, las biopelículas de almidón de maíz obtenidas por el Cinvestav se han centrado en el uso como material para invernaderos, debido a que buscan resolver un problema de contaminación específico, pero de acuerdo con Juan Francisco Pérez Robles, el material también podría emplearse como envolturas de los alimentos, ya que no solo es biodegradable, sino también inocuo a la salud humana, por lo que pueden incluso comerse.

Una vez que se obtengan satisfactoriamente todas las pruebas del material como una alternativa viable para su uso en los invernaderos, el investigador del Cinvestav Unidad Querétaro no descarta transferir la tecnología o solicitar una patente a fin de licenciar esta tecnología al sector privado.

 

Fuente: Conexión Cinvestav


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